Los conflictos laborales son mucho más comunes de lo que quisiéramos. Aún, tengamos el mejor de los conceptos sobre nuestro jefe, o aún tengamos el empleo ideal los conflictos, tarde o temprano aparecen. ¿Qué hacer? Comparto hoy algunos consejos y prácticas que me ayudaron a superar diversas crisis. Muchas de las prácticas que te sugiero, las aprendí después de haberme equivocado. Créeme que, después de haberme golpeado duro, ¡aprendí!
Resolver un conflicto con mi jefe exitosamente
El primer gran punto, es precisamente comprender que los conflictos siempre aparecen, y hasta te diría que en cierta medida son necesarios.
Después que reconocemos que tenemos una situación conflictiva y comprendemos que podemos aprender y sacar muchas cosas positivas, vienen los siguientes pasos:
Asumir el conflicto como verdaderamente lo que es.
¿Qué quiero decir con esto? Que atravesar una situación problemática, que nos hace sentir mal, que despierta diversos sentimientos negativos, tiene que significar un “alto” en la manera que tenemos de relacionarnos.
En el caso concreto del trabajo, pensemos en posibles situaciones conflictivas: la forma en que nos trata nuestro jefe nos hace sentir tan mal, que no lo soportamos. Nuestro jefe es bueno, pero mis tareas son demasiadas y siento que no puedo más. Cuando se lo planteo a mi jefe, este no sabe como reaccionar. Otra situación: cada vez que le planteo a mi jefe reivindicaciones, este no sabe como “pelear y defender” tales reclamos ante sus superiores.
Otra situación o causa de problemas, y que suele costarnos bastante más identificarlas, es cuando nosotros somos motivos de conflicto. Por ejemplo, tengo una forma de ser tal que siempre termino discutiendo con mi jefe. O soy bastante celoso con los éxitos de mis compañeros, que reacciono con reclamos y quejas a mi jefe. La lista de situaciones podría ser casi infinita. Con estos ejemplos he querido demostrarte que a todos nos pasan más o menos las mismas cosas.
Un conflicto, atañe siempre a dos partes. Es decir, no creamos que todo es a causa y responsabilidad de nuestro jefe o jefa. Cuando asumamos esto, estamos preparados para pasar a la siguiente fase.
Apuesta siempre a un diálogo franco y abierto.
Sin mucho protocolo y por más que te parezca difícil, el diálogo siempre es el camino. Claro, que hay distintas personalidades y en función de ello, la estrategia comunicacional a seguir. Supongamos que tu jefe es una persona irritable y que se enfurece fácilmente. Entonces, tendrás que apelar a mucha paciencia y saber elegir el momento más adecuado para pedirle un rato para hablar.
Una vez que has logrado ese espacio para dialogar, ve con un planteo sencillo y directo. Sin ser hiriente y manteniendo cierto “tacto” para decir aquello que no sonará agradable, dile lo que realmente sientes. Te aconsejo que describas las situaciones que te hacen sentir mal.
Supongamos que parte del conflicto radica en que te sientes subestimado por tu jefe, pues las tareas asignadas no están a tu altura. Entonces, dilo en estos términos. Te aconsejo que comiences con ciertas frases como, por ejemplo: “de acuerdo a lo que yo siento”, o según “lo que a mi me parece, aunque tal vez estoy equivocado” y de esa forma lograrás una mejor predisposición de la otra parte.
Además de ser, hay que parecer.
Esto es algo que lo he aprendido después de muchas decepciones. ¿Cuántas veces tenemos las mejores intenciones, pero las cosas no nos resultan? Además de ser hay que parecer.
Tienes un problema con tu jefe que te está haciendo sentir muy mal. Demuéstrale que realmente quieres solucionar las cosas. Un paso en esta dirección de mostrarte conciliador puede ser la de ceder en algo.
Supongamos que tu jefe te explica que hasta ahora no te ha encomendado tal o cual tarea porque tu no estás dispuesto a trabajar media hora más por día. Quizás puedes hacer este esfuerzo negociando con él una oportunidad de cambio. Claro, que para que realmente te crea, tendrás que empezar por quedarte esa media hora más por día. Lo importante y para evitar otros problemas, es que lo conversen y lleguen a un acuerdo: “estoy dispuesto a quedarme media hora más por día a cambio de…”
Invierte mucho en autocontrolarte.
Esto es otra de las cosas que he aprendido después de muchos golpes. En ciertas ocasiones, he confundido no dejarme “pisar” con decir lo primero que me viene a la mente. Y luego ocurre lo más lógico: el arrepentimiento.
Cuando una situación o discusión llega al punto más alto de acaloramiento, entonces calla. Es difícil y para ciertas personalidades lo es aún más, pero una persona descontrolada siempre dirá o hará algo de lo que se arrepentirá.
Si estás atravesando un momento muy malo en tu relación con tu jefe, intenta tomarte unas vacaciones o unos días libres. Ese espacio te permitirá ver la situación desde otra perspectiva.
En materia de conflictos personales, he entendido que hay que contar con ellos tarde o temprano ocurrirán. Que lo importante es actuar con calma, no emitir juicios apresurados y abrir el corazón.