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La Existencia y el Dinero: Una Historia de Finanzas y Filosofía

Como tantos otros, Javier pasaba sus días trabajando, ganando dinero, y gastándolo en lo que creía que debía hacer. Su vida, marcada por el ritmo monótono de las obligaciones, parecía seguir un patrón inmutable: levantarse, trabajar, gastar, repetir. Sin embargo, algo en su interior lo inquietaba. Cada vez que llegaba a casa después de un largo día, miraba a su alrededor y se preguntaba: «¿Es esto todo? ¿Es el dinero todo lo que hay?»

Una noche, después de un día particularmente agotador en la oficina, Javier se desplomó en su sillón, abrió un libro que llevaba meses acumulando polvo, y se topó con una frase que resonaría en su mente durante días: «El hombre está condenado a ser libre». Era una cita de Jean-Paul Sartre, uno de los grandes filósofos existencialistas. Javier no era un hombre filosófico, pero algo en esas palabras lo golpeó profundamente.

El Despertar de la Libertad

Al día siguiente, mientras caminaba hacia su trabajo, la frase de Sartre seguía zumbando en su cabeza. «Condenado a ser libre». ¿Qué significaba eso en su vida cotidiana? Sartre decía que, en su esencia, el ser humano tiene la libertad de elegir en cada momento, pero también la carga de esa libertad: la responsabilidad de sus propias decisiones. Javier, que hasta ese momento se había sentido atrapado en un ciclo sin fin, se dio cuenta de algo perturbador. Él había elegido su vida, tal y como era, incluso si no lo había hecho de forma consciente.

Al llegar a su escritorio, Javier observó el contrato de su trabajo y el saldo en su cuenta bancaria. Había sido él quien decidió trabajar allí, quien decidió cómo gastar su dinero. De alguna manera, sin saberlo, había dejado que las expectativas de los demás –la sociedad, sus padres, sus amigos– dictaran sus decisiones. Había comprado un auto que apenas utilizaba, porque «era lo que debía hacer». Había invertido en gadgets caros que ya ni siquiera le interesaban. ¿Qué había hecho con su libertad?

Esa noche, al volver a casa, Javier tomó una decisión. Si estaba «condenado a ser libre», entonces tomaría el control de esa libertad, especialmente en el área de su vida que parecía controlar todo: sus finanzas.

El Absurdo del Dinero

Mientras profundizaba en su nuevo interés por la filosofía, Javier leyó a Albert Camus. En «El mito de Sísifo», Camus hablaba del «absurdo», esa sensación de que el mundo no tenía sentido, y el choque entre el deseo humano de encontrar un propósito y el caos indiferente del universo. Javier se identificó. Así era como se sentía con el dinero. Por mucho que tratara de controlarlo, siempre parecía que una crisis financiera global, una recesión inesperada o una pandemia mundial trastocaban sus planes. Todo lo que había ahorrado podía esfumarse de la noche a la mañana.

Pero Camus no ofrecía resignación. En lugar de ello, afirmaba que debíamos abrazar el absurdo. Aceptar que no tenemos control sobre muchas cosas, pero actuar de todos modos. Javier, que hasta ese momento se había sentido impotente frente a la incertidumbre financiera, se dio cuenta de que la clave no estaba en evitar el caos, sino en prepararse para él.

Así que comenzó a construir un fondo de emergencia. Poco a poco, cada mes, apartaba una parte de su salario en una cuenta que sabía que sería su salvavidas cuando lo inesperado llegara. Al principio, la suma parecía insignificante, pero con el tiempo empezó a crecer. Con cada depósito, Javier sentía cómo recuperaba un poco más de control sobre su vida. No podía prever el futuro, pero sí podía prepararse para él. Así, aceptando la incertidumbre, abrazaba el absurdo del mundo financiero.

La Autenticidad del Dinero

Un día, en una conversación casual con un compañero de trabajo, Javier se dio cuenta de algo. Hablaban sobre los nuevos teléfonos de última generación y las vacaciones de lujo que algunos de sus compañeros habían planeado. Durante años, Javier había sido parte de esas conversaciones, compitiendo en una carrera silenciosa para mantenerse al día, para demostrar que estaba a la altura.

Pero esta vez, algo cambió. Mientras hablaba de estos objetos y experiencias, se dio cuenta de que, en realidad, no le interesaban tanto. Estaba gastando dinero en cosas que no le daban verdadero placer, cosas que no se alineaban con quién era realmente. Fue entonces cuando recordó a Simone de Beauvoir. Ella hablaba de la autenticidad, de vivir de acuerdo con nuestros propios valores, en lugar de seguir las expectativas impuestas por la sociedad.

Javier se dio cuenta de que había estado atrapado en esa trampa. Había comprado ropa de marca y tecnología de punta, no porque realmente lo quisiera, sino porque sentía que debía hacerlo para ser aceptado. Esa noche, decidió que ya no gastaría más dinero en cosas que no se alinearan con su verdadera naturaleza.

Cambió su enfoque. En lugar de gastar en lo superficial, comenzó a invertir en experiencias que realmente lo llenaban. Decidió aprender fotografía, algo que siempre le había interesado. Empezó a ahorrar para un viaje que siempre había soñado hacer, en lugar de unas vacaciones que simplemente se veían bien en las redes sociales. Y, por primera vez en años, comenzó a sentir una conexión más profunda con sus decisiones financieras.

La Responsabilidad Radical

A medida que pasaban los meses, Javier empezó a notar un cambio en su relación con el dinero. Ya no sentía que era algo que se le escapaba de las manos. Había asumido el control. Sin embargo, el siguiente desafío llegó cuando cometió un error. Una inversión que pensaba que era sólida resultó ser un fracaso. Perdió una suma considerable de dinero y, durante algunos días, estuvo tentado a culpar a los demás: al asesor financiero que lo había aconsejado mal, al mercado que había colapsado inesperadamente.

Pero recordó una lección que había aprendido de Sartre: la responsabilidad radical. «No somos lo que decimos que somos, sino lo que hacemos», pensó. Sartre creía que, al ser libres, también somos completamente responsables de nuestras acciones. No podíamos culpar a otros o a las circunstancias. Cada decisión que tomamos es nuestra, y debemos asumir las consecuencias.

Javier se sentó frente a sus cuentas y aceptó su error. Había tomado una mala decisión, pero también sabía que podía aprender de ella. No se trataba de evitar errores, sino de asumir la responsabilidad de ellos y mejorar. Así que ajustó su estrategia, se educó más sobre inversiones y, en lugar de rendirse, continuó construyendo su futuro financiero, con más sabiduría y autoconciencia.

Los años pasaron, y Javier no se convirtió en un millonario ni en un gurú financiero. No compró una mansión ni un auto deportivo. Pero había algo más importante que había logrado: la paz. Javier había aprendido a ver el dinero no como un fin, sino como un medio para vivir una vida auténtica. Había aceptado la incertidumbre del mundo financiero y había asumido la responsabilidad completa de sus decisiones.

En su escritorio, todavía quedaba aquel libro de Sartre, ahora lleno de notas y marcas. A veces, Javier lo abría y releía algunas de sus partes favoritas. «El hombre está condenado a ser libre», seguía siendo una de las que más le gustaba. Pero ya no lo veía como una condena, sino como una oportunidad. La libertad de decidir, de actuar, de crear su propio destino, tanto en la vida como en sus finanzas.

Al final del día, Javier había comprendido lo que pocos logran: el verdadero control sobre el dinero no radica en cuánto tienes, sino en cómo lo usas para vivir una vida auténtica y en paz contigo mismo.

fin.

Asume el control de tus decisiones financieras: Tal como Javier descubrió, muchas veces seguimos los patrones impuestos por la sociedad o por quienes nos rodean, sin cuestionar si realmente estamos haciendo lo que queremos. Haz un alto y reflexiona si estás gastando tu dinero en lo que realmente te importa. Ser consciente de tus decisiones es el primer paso para tomar control de tu vida financiera.

Abraza la incertidumbre y prepara un fondo de emergencia: Al igual que el absurdo de Camus, el dinero está sujeto a factores externos que no podemos controlar, como crisis económicas o emergencias. Lo que sí puedes hacer es estar preparado para lo inesperado. Construir un fondo de emergencia te da la tranquilidad de saber que, aunque no controles el futuro, estás listo para enfrentarlo.

Vive con autenticidad, no por las expectativas sociales: No gastes tu dinero en cosas que no te llenan solo para impresionar a los demás. Javier se dio cuenta de que gastar en objetos caros no le traía felicidad. Define tus propios valores y gasta en lo que verdaderamente te importa, como experiencias que enriquecen tu vida o hobbies que te apasionan.

Asume la responsabilidad de tus errores financieros: Todos cometemos errores financieros, como lo hizo Javier con su inversión fallida. Lo importante es aceptar la responsabilidad de tus decisiones, aprender de tus errores y ajustar tu estrategia. Culpando a otros o a las circunstancias no crecerás; asumir tus decisiones te llevará a mejorar continuamente.

Usa el dinero como un medio, no como un fin: Javier encontró paz cuando dejó de ver el dinero como el objetivo principal de su vida y lo empezó a usar como una herramienta para vivir de manera auténtica. Recuerda que el dinero es solo un medio para alcanzar tus verdaderos deseos y vivir de acuerdo con tus valores, no una meta en sí mismo.

Joan Ferreira, Blog Finanzas

Financista, asesor financiero, consultor de pequeñas empresas, empresario, inversionista, maestro, voluntario, corredor, viajador, y muy familiar. Muchos consideran que se mucho de muchas cosas, pero lo unico que yo se es que me falta mucho por aprender.

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